domingo, 24 de junio de 2007

Día sexto: Bañandome en Alcohol.

El problema es el siguiente:
hablé con unos conocidos hace unos días y les conté lo que me ha pasado en los últimos meses y me dijeron que estaba convertido en un amargado y que yo mismo transformaba mi vida en una miseria. Estuvimos hablando toda la noche, fue de esas noches en donde describir detalladamante cada uno de los aspectos más desagradables de nuestras vidas se transforma en la única entretención que se podemos costear cuando el dinero ya se ha ido junto con el humo de los cigarros.

Y fue tan extensa la conversación que incluso llegaron a convencerme de que yo era el culpable de todo lo que me pasaba. Al término de la velada, y camino al trabajo sin dormir siquiera media hora, extrañamente esbozaba una sonrisa en mi rostro, convencido de que, si yo era el culpable de mis desgracias, entonces era yo el único que podía sacarme del hoyo en el que me encuentro y volver a tener la vida feliz que alguna vez logre conocer. Estaba tan contento que incluso fui capaz de llegar al trabajo y saludar a todos los que allí se encontraban, mirarlos a todos en la cara, observar lo amargados que se veían desde mi nueva forma de ver las cosas. Había incluso olvidado que hacía 7 horas que no comía y que no iba al baño a desahogar mi vejiga. Se notaba que todos me miraban con cara de pregunta:
-¿Qué le pasará a este tipo?!- supongo que pensaban. Nunca saludaba a la gente y tampoco sonreía. Esto era algo realmente nuevo para ellos y también para mi. Y justo cuando iba a empezar a trabajar por primera vez en mi vida feliz, me viene un retorcijón de estómago insoportable y comienzo a vomitar ahí mismo, en la entrada del local, con todos los clientes mirando, con cara de asco. Los pedazos de comida del día anterior se mezclaban con un olor a alcohol que según yo se podía sentir hasta la entrada de la pensión, obviamente el olor a vomito fresco también se sentía por todo el local. Que vergüenza. No se me ocurrió nada mejor que tirarme al suelo y hacerme el desmayado. La mejor forma de salir de ahí sin mirar nadie. Qué me sacaran en camilla y yo durmiendo.
Lo único que podía hacer en ese estado era escuchar las cosas que decían alrededor mío:

-¡¡¡llevense inmediatamente a este idiota!!!- claramente esa era la voz de mi jefa -!!esta espantando a la gente!!...¡¡y que alguien venga a limpiar esta inmundicia!!- se notaba que estaba enojadísima, y yo cerraba con más fuerza los ojos. No quería que me dijera las típicas porquerías que siempre me dice.

-¡¡jajaja!! inmediatamente jefa, aunque necesitaremos más gente para limpiar toda esta porquería que para levantar al desmayado-una voz que no pude reconocer, un hombre, viejo y claramente sarcástico. Como todos los que trabajan en ese lugar.

Yo lo único que quería era salir de ahí, más bien que me sacaran luego, porque ya me venían más ganas de vomitar y no quería vomitar en esa posición, ya he visto gente que vomita su propia cara de lo borrachos y yo no quiero dar ese espectáculo.

-Este hombre necesita que lo lleven a un hospital- algún cliente debió haber sido el de la idea, por lo compasivo, y por su tono de voz, claro y educado. Creo que ha sido lo mejor que escuche en todo ese rato, no me interesaba donde me llevaran, solo quería estar lejos de allí.

Mientras me agarraban entre unos cuantos hombres me dedique a analizar la situación, desde que terminó mi conversación con esos conocidos míos, esa extraña felicidad que me envargaba y el desmayo fingido para evitar la vergüenza. Y descubrí la razón de toda esta extraña cadena de acontecimientos: estaba borracho. Si!!!!! eso era!!!! estaba tan borracho por la fiesta de anoche, que ni siquiera me di cuenta y me fui a trabajar en ese estado, esa idiota felicidad que me hacia sonreír, era alcohol, no era yo, no era lo que me habían dicho esos tipos, que en realidad apenas conozco, eran mis neuronas bañándose en vodka naranja que filosofaban acerca del porque de mi vida miserable. No era yo entonces quien hacia que mi vida fuese una mierda. No soy yo entonces el único capaz de sacarme del hoyo en el que me encuentro.

domingo, 3 de junio de 2007

Día Cuarto: Despertando

Día Cuarto:

Estaba pensando en lo que me ocurrió el otro día...parece que hubiesen pasado hace meses, incluso creí haberlo olvidado, pero a veces a uno le dan esos momentos de retrospección y comienza a releer los capítulos de su vida. A veces lo hago y me daño, pero hoy fue distinto, leí un pasaje muy bello, donde mi ilusión estaba a flor de piel, y el corazón palpitaba fuerte, la sangre estaba prendida y mis ojos brillaban como los de un niño con un juguete nuevo. Se me ocurrió en ese momento de retrospección escuchar uno de esos tantos temas que me hacían recordarte. Cuando hablábamos de aquella maravillosa voz, que nos iluminaba el alma, y de aquel piano con el que llorábamos juntos.

Que lata, empezar a recordar estas cosas, todo por culpa de ese viejo, desde que me junte con el todas la mañanas me acuerdo de estas tonteras, pero si ha pasado tanto tiempo...¡¡ ¿Porque tengo que pensar en eso?!! Son las 5AM y hace un frió del demonio, desgraciadamente tengo que levantarme porque si no lo hago no tengo plata y sin plata me quedo sin comida y sin techo. Aprovecho la nostalgia de la mañana para poner ese tema triste y sangriento que nos gustaba a ambos.......a ambos.......que raro hablar en plural.....o pensar en plural mas bien......creo que necesito un amigo o si no me voy a volver loco. Mientras me lavo la cara se me entumece la espalda y mis piernas tiritan como dos ramitas en invierno movidas por el viento. Estoy comenzando a dar lastima, la gente me mira con pena en la calle, y como no me van a mirar así, hasta yo me doy pena cuando me miro al espejo. Tengo que hacer algo con mi vida sino me voy a morir aquí; flaco, ojeroso y sin familia, o sea, solo, como el ermitaño que mi padre dijo que seria. Maldito viejo, otro mas que me arruinó la vida.

Dios mío no ha pasado ni media hora desde que desperté y ya he pensado en dos viejos desagradables. Sin embargo, el viejo de la otra noche algo tenia que me provocaba curiosidad, no se que era, aunque ahora que lo pienso talvez quería proponerme algo indecente, pensó que andaba necesitado de dinero y en una de esas creyó que haría cualquier cosa en agradecimiento del café. Ojalá no volver a verlo y ojalá que hoy el trabajo este bueno porque tengo ganas de comprarme cigarrillos, hace tanto tiempo que no fumo, mis pulmones deben ser los más limpios de esta cuidad inmunda.

Salgo de mi pieza y me encuentro con la dueña de la pensión, creo que hoy no será un buen día, en menos de dos horas mi mente ha tenido que soportar a tres viejos desagradables. Por lo menos desperté pensando en algo bonito, lástima que lo pasado no se pueda recuperar.

Dia primero: Extraño Encuentro

Día Primero:

Mientras llueve miro por la ventana y me imagino los relámpagos invisibles que cruzan el mar de nubes, deseo estar arriba y subirme a uno de esos rayos de luz y viajar hasta el centro de la tierra. La música suena, algo así como tambores, trompetas y un violín solitario que me hace despertar de mis pensamientos y recordar que ya es hora de juntarme con aquel señor que me habló el otro día en el puente...simpático el, aunque la primera impresión es bastante fuerte, con ese abrigo hasta el suelo y el sombrero que hace juego con su barba. No se porque le seguí la conversación ese día, tal vez estaba demasiado aburrido de la lluvia y no tenia nada más que hacer, o tal ves fue por otra cosa, bueno eso no me preocupa por este momento, estoy atrasado.Ya son las ocho de la noche, es invierno, hace frío, y estoy esperando al señor mientras hago figuras con el vapor que sale de mi boca...aburrido, espero. Lo veo por fin acercarse con su inconfundible abrigo y sombrero, el mismo que cubre su cara con una sombra negra...espeluznante a estas alturas. Y me saluda con un apretón fuerte y con una sonrisa cínica, ese tipo de sonrisas que te ponen los pelos de punta y me pregunto mientras trato de separar mi mano de la suya:-¿que mierda hago acá?-

En fin, el señor, que aun no tiene nombre, una porque no se lo he preguntado todavía y otra porque extrañamente el no me lo ha dicho, me invita a tomar un café al restaurant que esta al otro lado del puente, invitación que obviamente acepto, o sea, estaba muerto de frío y algo tenía que ganar de esa reunión, aunque sea un café y un pastelillo. Entramos al local, y los cuatro pelagatos que bebían junto a la televisión nos miran y se ríen entre ellos, yo los miro con cara de enojo, hoy no ando de ánimos, ellos se dan media vuelta y siguen viendo la tele. Me siento al lado de la ventana para por lo menos ver el cielo estrellado en el caso de que la conversación se vuelva tediosa. El café llega y el me dice después que unos minutos de silencio:
-Yo a ti te conozco-
-jajaja- me río despiadadamente, ya estaba aburrido y me quería ir a casa o más bien a ese lugar en el que vivo
-no, yo no te recuerdo de ninguna parte, así que estas equivocado, creo que te equivocaste de persona, lo siento, acabas de malgastar dinero en mi creyendo que era otra persona, mejor me voy, gracias por el café- le digo y después bebo de la taza rápidamente y me largo de lugar.

Mientras cruzo el puente camino a mi casa estúpidamente me tropiezo con un hoyo que había en la calle -maldito alcalde que se gasta la plata en sus campañas!!!- -¿Te ayudo?- me dice una voz familiar, miro hacia atrás y era el viejo loco que me seguía desde lejos.

-Ahhh....usted de nuevo, no gracias yo puedo solo- me levanto y me apresuro en librarme de él.
-¿porque huyes?- me dice con esa voz nuevamente escalofriante
-no huyo, usted no me conoce, ojala encuentre a la persona que busca, pero yo no soy esa persona, así que vuelva por donde vino, buenas noches-.

Ese viejo ya me había arruinado la noche, y mientras me alejo de el- o por lo menos eso creo- se me viene un antiguo recuerdo de mi niñez, y de mis andanzas en ese puente, con mi amigo, mi gran amigo Tomás, ¿porque se me viene ese recuerdo a la cabeza? A Tomás no lo veo desde hace años, desde que sus padres se mudaron lejos de aquí debido a la enfermedad de su madre. En fin, cabeza loca mía que se gasta su memoria en recordar esas cosas.

Llegando a mi casa temporal y me encuentro con Anaís, la niña de la pieza de al lado que siempre me recuerda que "mañana tengo que botar la basura", esta noche no fue la excepción:

-Andrés!- me grita con esa voz de niña dulce, niña le digo de cariño porque en realidad ya es toda una mujer.
-¡Si, si, mañana la botaré, no te preocupes, buenas noches!-le grito desde la puerta de mi pieza con la esperanza de que no me conteste alguna pesadez como siempre.

Por fin entro a mi pieza, y pongo un poco de música, la misma que escuchaba antes de salir a ver a ese señor, y yo que creía que iba a ser una velada agradable. La lluvia acabó, por fin, una semana de aguacero ya me tenían de mal genio.